El pasado 20 de diciembre celebramos nuestra tradicional Fiesta de Navidad de la escuela de adultos.
La velada comenzó con la maravillosa interpretación de varias canciones tradicionales rusas de la mano de nuestros amigos del Coro Ivushka. Además, este año nos esperaba una sorpresa, ya que nos regalaron dos estupendos fados.
A continuación, nuestros alumnos Cristina Sanz y Sergio González interpretaron la composición poético-musical El invierno hechicero.
Después, dio comienzo la obra de teatro El cuento del Año Nuevo, inspirada en El Cuento de Navidad de Charles Dickens e interpretada por el grupo de teatro Gato Negro.
La obra relataba la historia de una alumna que no quería hacer los deberes.
Pero, entonces, el Noble Espíritu de la Lengua Rusa la llevaba al futuro, a su primera clase de ruso de 2020, donde tenía que construir para su profesor una frase con palabras vivas, habitantes de la Ciudad de los Verbos, Casos y Preposiciones, interpretadas por las profesoras del Instituto.
Entre las múltiples equivocaciones, música y risas, ¡fue una clase muy divertida! Al final, con la ayuda de nuestros alumnos del público, se corrigió la frase, y los habitantes de la Ciudad Gramatical organizaron un concurso con ganadores y premios para todos.
Como ya es tradición desde hace muchos años, la fiesta terminó con la canción В лесу родилась ёлочка, interpretada por todos los alumnos del Instituto. Cantar en compañía une y produce un gran sentimiento de hermandad y grupo, y nos alegra que muchos estudiantes ya se hayan aprendido la canción de memoria. Además, la canción fue acompañada por una pequeña actuación para contar la historia del abeto. Cristina Sanz (cuarto curso) interpretó el papel del árbol de Navidad. Alrededor de ella se reunieron el lobo, interpretado por Sergio González (clases individuales) y la liebre, interpretada por Lucía Tamarit (cuarto curso), que bailaron un tango con gran fervor y elegancia. Apareció entonces el leñador, muy bien interpretado por Carlos Piera (tercer curso), que cortó el árbol de Navidad y se lo llevó, inteligentemente, para adornar la fiestas. Terminó así, de manera divertida y alegre, la Fiesta de Navidad.
Os agradecemos a todos vuestra asistencia y entusiasmo, y esperamos que empecéis el curso 2020 con muy buen pie y muchas ganas.
El pasado 14 de diciembre celebramos nuestra tradicional Fiesta de Navidad de la escuela infantil.
Después de una cálida introducción y bienvenida realizada por nuestra Directora Yulia Chichásova, comenzó el concierto de Navidad con el grupo de música, que interpretó la canción Ya viene Ded Moroz, acompañada de piano. Actuaron disfrazados, cantando y tocando pequeños instrumentos de percusión en directo, mostrando todo lo aprendido con gran entusiasmo.
Ded Moroz y Snegúrochka nos acompañaron durante toda la velada, ayudando a los participantes a realizar sus actuaciones y a pasarlo bien.
A continuación, nuestros artistas acompañaron cantando y tocando el xilófono el baile navideño de los más pequeños del Instituto, dejando al público gratamente sorprendido y satisfecho con el impresionante trabajo musical.
Los más pequeños del Instituto también participaron en los bailes navideños, el concurso de disfraces, y el recital de poesía. Todos los participantes hicieron alarde de sus conocimientos y su amor por la cultura rusa, y su gracia infantil y su espontaneidad llenaron la fiesta de alegría y amor.
Fue una fiesta muy divertida y llena de vida.
Todos nuestros estudiantes del idioma ruso disfrutaron mucho y en muy buena compañía.
¿Y a quién no le gusta recibir regalos de Ded Moroz? ¡A todos los niños les encanta! Así que, los habíamos preparado bien para que Ded Moroz se pusiera muy contento y les premiara con sorpresas y regalos. Cantaron y bailaron al ritmo de algunas canciones populares rusas y después se divirtieron un montón jugando con él y su nieta Snegúrochka.
Que bonito es mantener las tradiciones de nuestros padres, abuelos y antepasados... ¡A cantar con alegría! ¡Felices fiestas a todos!
VISITA DEL EMBAJADOR DE LA FEDERACIÓN RUSA EN ESPAÑA
26/12/19
В четверг 19-го декабря Русский институт им.А.С.Пушкина посетил Посол РФ в Испании Г-н Корчагин Ю.П. (Юрий Петрович). Его сопровождали первый секретать Посольства Г-жа Дементьева Н.А. (Надежда Алексеевна) и третий секретарь Посольства, заведующий вопросами культурных связей, Г-жа Ермаченкова А.Д. (Анна Дмитриевна) и атташе Посольства Королева К.В. (Каролина Вадимовна). Высокую делегацию встречали руководители Института - Юлия Чичасова и Анастасия Костючек, а также преподаватели института.
El jueves 19 de diciembre visitó el instituto Ruso Pushkin el Embajador de la Federación Rusa en España, el señor Yúriy Petróvich Korchaguin. Le acompañaban la primera Secretaria de la Embajada, la señora Deméntieva, la tercera Secretaria y Agregada Cultural, la señora Ermachénkova, y la Agregada de Asuntos Políticos, la señora Koroleva.La Alta Delegación fue recibida por las directoras del Instituto, Yulia Chichásova y Anastasia Kostyuchek, así como por todo el profesorado del Instituto.
Господин Корчагин ознакомился с институтом, поприсутствовал на уроках русского языка в Детской школе Института, познакомился с преподавательским составом. Преподаватели школы рассказали о составе учащихся и представили новейшие разработки, в создании которых принимали участия и сами ученики (игра по активизации знаний по русскому языку и культуре с использованием интерактивной доски и мобильного приложения).
Nada más llegar, el señor Korchaguin visitó las instalaciones del Instituto en la planta baja, presenció algunas clases de nuestra escuela infantil y conoció personalmente a todas las profesoras de la misma. Estas le hablaron sobre los distintos perfiles de los alumnos y le presentaron las nuevas metodologías, incluyendo el uso de las pizarras digitales. En la creación de los materiales didácticos para estas pizarras participan a menudo los propios alumnos. El señor embajador vio, como ejemplo, un juego creado por uno de los alumnos de la escuela infantil, que se juega con la pizarra y una aplicación del móvil, para poner a prueba los conocimientos lingüísticos y culturales aprendidos en clase.
Господин Посол и представители посольства ознакомились с помещениями Института, расположенными на втором этаже. В помещении библиотеки Института прошла встреча с преподавателями и слушателями курсов русского языка для взрослых. В своём выступлении Г-н Кoрчагин высоко оценил работу Института по продвижению русского языка в Испании, отметил преемственность традиций Фонда А.Пушкин, а также поблагодарил администрацию и преподавательский состав Института за предпринятые усилия по сохранению и поддержанию на высоком уровне курсов русского языка для детей и взрослых.
A continuación, la delegación conoció las instalaciones de la escuela de adultos, que se encuentran en la primera planta del Instituto. El encuentro con todas la profesoras de esta escuela se celebró en la biblioteca, en presencia de alumnos de diferentes cursos. En su discurso, el señor Korchaguin valoró muy positivamente la actividad del Instituto dirigida a la promoción de la lengua y cultura rusas en España, expresó su satisfacción en cuanto a la continuidad que le dio el Instituto al funcionamiento de los cursos de lengua rusa de la Fundación A. Pushkin, y agradeció todos los esfuerzos de la dirección y del profesorado del IRP para conservar y mantener estos cursos de ambas escuelas a muy alto nivel de calidad.
Беседа с учащимися курсов для взрослых прошла в непринуждённой тёплой обстановке исключительно на русском языке. Г-н Корчагин отметил высокий уровень владения русским языком, который продемонстрировали учашиеся, отвечая на вопросы и задавая свои г-ну Послу. Г-н Посол передал в дар Институту богатую коллекцию современной российской литературы как для детей, так и для взрослой аудитории. В заключение Г-н Посол заверил руководство Института, что Посольство будет оказывать всяческую поддержку Институту в деле популяризации русского языка и русской культуры.
Después del discurso tuvo lugar una conversación informal en ruso entre el señor Embajador y los alumnos, durante la cuál, el señor Korgchaguin alabó su conocimiento del idioma. Antes de despedirse, el señor Embajador regaló al Instituto una maravillosa colección de libros para niños y adultos. Todos estos libros son ejemplares representativos de la literatura rusa contemporánea. El señor Kosrchaguin también expresó su intención de apoyar al Instituto en todas sus iniciativas y proyectos relacionados con la promoción y difusión de la lengua y la cultura rusas.
UN PASEO ENTRE LOS ÁRBOLES DE BELAVEZHA Y LAS MARISMAS DE PRIPIAT
16/12/19
El pasado viernes 13 tuvo lugar la segunda microconferencia del nuevo ciclo de este curso, "Un paseo entre los árboles de Belavezha y las marismas de Pripiat", sobre Bielorrusia.
Iván comenzó hablando sobre el nombre de lo que hoy es la República de Bielorrusia (Рэспубліка Беларусь), que aparentemente proviene del nombre Bielaya Rus, y que acabaría amalgamándose como Bielarus (Беларусь). Es un nombre que no siempre ha hecho referencia a la misma realidad. Apareció entre los siglos XII y XIV, pero hasta mediados del siglo XVII hacía referencia a distintas partes de Rusia y Ucrania, como un término itinerante. A partir de mediados del siglo XVII se denomina de manera consistente con este nombre a la zona oriental de la actual Bielorrusia (incluyendo parte de la vecina Rusia hasta Smolensk). La parte occidental se denominaba Litva, debido al prolongado control lituano de la zona; en ocasiones este término se utilizaba para referirse a Bielorrusia al completo. Con el tiempo, especialmente con el desarrollo del nacionalismo durante el siglo XIX, el término acabaría englobando también a la parte occidental y dando nombre a todo el territorio.
Las interpretaciones de Bielaya son variadas:
– Como referencia a Rutenia Blanca, las tierras de la antigua Rutenia lituana pobladas por eslavos cristianizados, en oposición a la Rutenia Negra, poblada por baltos paganos.
– Como referencia a las características físicas de la tierra, más concretamente a la nieve que la cubre en invierno.
– Como referencia a la vestimenta tradicional, de color predominantemente blanco, y la fisionomía de sus habitantes, de tez muy clara.
– Como referencia a las tierras pertenecientes al antiguo reino de Rus no conquistadas por los mongoles, explicación especialmente popular en Bielorrusia. Según los expertos que respaldan esta teoría, el término “blanco” originalmente significaba ‘libre, no conquistado’.
Según algunos expertos, el término Bielorrusia (Белору́ссия) parece que tomó carta de naturaleza definitiva durante la época zarista; esta era una de las “Rusias” a las que hace referencia la expresión “Zar de todas las Rusias”. Las “Rusias” eran los territorios habitados por los eslavos orientales más estrechamente relacionados. No obstante, en 1840, el zar Nicolás I ordenó que no se utilizasen ninguno de los dos términos, así que a la provincia se le daba el nombre de Provincia del Noroeste o Rusia Nororiental. La elección de un término, Беларусь o Bielorrusia, es problemática, ya que tiene distintas implicaciones a nivel político, entroncando con diversos problemas actuales del país. En algunas lenguas se utiliza el primero, como en inglés (Belarus), mientras que en otras se utiliza el segundo, como en alemán (Weißrussland) o en ruso (Белоруссия). Como ejemplo de su controvertido carácter, en 2009 se hizo una petición al gobierno sueco para que cambiase el nombre oficial con el que se reconocía al país de Vitrussland (Rusia Blanca) por Belarus. En ocasiones, Bielorrusia también ha sido denominada Kryviya (tierra de los Kryvichos, la mayor de las tribus eslavas que se asentaron originalmente en la zona) o Vialikalitva (Gran Litva).
A continuación, Iván nos habló de la geografía y el clima de la región. Bielorrusia, que no cuenta con salida al mar, aunque se encuentra cerca del Báltico, está situada entre Letonia y Lituania al norte, Polonia al oeste, Ucrania al sur y Rusia al este. Es un territorio excepcionalmente plano, que alterna llanuras bajas con regiones de colinas bajas y mesetas. Las regiones de colinas bajas, antiguas morrenas glaciares, separan las llanuras de las tierras bajas, que debido al pobre drenaje de los suelos característicos de la zona suelen ser pantanosas y contener numerosos cuerpos de agua (se calcula que hay más de 10.000 lagos en Bielorrusia, aunque ninguno de ellos es especialmente grande).
Desde Polonia se extiende la Cadena Bielorrusa, el principal accidente geográfico del país, dejando al norte las Tierras Bajas de Polatsk y al sur la Llanura Central de Byarezina, que desciende suavemente hacia el sur hasta convertirse en las marismas de Pripiat. Estas, una de las zonas pantanosas más grandes de Europa, se encuentran en la cuenca del río Pripiat, uno de los principales afluentes del Dniéper, y se extienden hacia el sur, penetrando en Ucrania. El nombre de Pripiat es también conocido por ser el pueblo en el que se encontraba la tristemente famosa central nuclear de Chernóbil. La antigua central se encuentra a muy pocos kilómetros al sur de la frontera, lo que explica el importante impacto que tuvo en la población del sur del país el accidente de 1986, ya que la mayor parte de los elementos radiactivos acabaron depositándose en Bielorrusia; hace unos años los estudios señalaban que una quinta parte del territorio aún presentaba contaminación radiactiva.
Además de por la riqueza en recursos hídricos, de manera muy similar a sus vecinas las Repúblicas Bálticas, Bielorrusia es un país cubierto por importantes extensiones de bosque por casi la mitad de su territorio. En el norte predominan las coníferas, mientras que en el sur la proporción de árboles de hoja caduca es más alta, aunque han sido tradicionalmente los más afectados por los proyectos de ampliación del terreno cultivable, especialmente en las tierras altas. No obstante, aún se pueden encontrar en el país extensiones del bosque mixto primigenio que antaño cubriese Europa. La más destacable de ellas es el Bosque de Belavezhskaya o Belavezha, de unos 1200 km2, que se extiende hasta la vecina Polonia, en la frontera oriental del país. Antiguo coto de caza de reyes y zares, se eligió como lugar donde reintroducir el bisonte europeo, cazado hasta su extinción justo después de la IGM, a partir de animales en cautividad. Es la “reserva natural” más antigua de Europa, y actualmente tiene el estatus de Patrimonio de la Humanidad.
El clima es de tipo continental moderado, con inviernos medianamente fríos y veranos frescos, aunque algo más húmedos por la mayor influencia del Atlántico. La parte más cálida del país es el extremo suroeste, donde la temperatura media en enero es de -4ºC, en comparación con los -8ºC del extremo noreste; en el suroeste se registran de media unos 170 días libres de hielo por los 130 del noreste. La temperatura media en verano es de unos 18ºC. La pluviosidad es moderada, entre 530 y 700 mm de lluvia, algo superior a la media de la mayor parte de España, aunque inferior a las provincias del norte.
Nos adentramos entonces en la historia. Bielorrusia es una tierra habitada desde el Paleolítico. Fue una de las primeras áreas en las que se asentaron los eslavos, entre los siglos VI y VIII. Las tribus de la zona fueron formando distintos principados entre los siglos VIII y IX, que acabarían a mediados de este último siglo bajo la órbita del poderoso reino Rus de Kiev, una de las primeras formaciones políticas estables de esta Europa oriental, esteparia, fundado por los Varegos procedentes de Suecia, que también incluía al principado de Nóvgorod. El nombre de Rus proviene del nombre genérico con el que las tribus finlandesas se referían a los Varegos suecos. Este reino acabaría cediendo ante la progresiva descomposición de la autoridad central, deteriorando sus capacidades hasta ser incapaz de enfrentarse a los imparables mongoles. Durante estos siglos y hasta finales del siglo XII se fundaron la mayor parte de las ciudades de la zona.
El vacío de poder dejado por la caída del reino de Kiev fue llenado por el Gran Ducado de Lituania, aunque el territorio gozó de una gran autonomía durante esta época, que también fue testigo del desarrollo de la lengua e identidad bielorrusas. No sería hasta el siglo XVI, con la introducción de los Estatutos Lituanos, un conjunto de tres leyes que codificaban el derecho civil y las leyes de propiedad, cuando el gobierno lituano se hizo más poderoso, ya que estas leyes reducían a los campesinos a la servidumbre, perdiendo algunas libertades que poseían, como el derecho a emigrar.
Bajo el gobierno de la Mancomunidad de Polonia-Lituania, formada tras la Unión de Lublin en 1569 (en realidad una formalización de una unión dinástica que duraba casi dos siglos) se produjo una clara polonización de la aristocracia bielorrusa. Se intentó combatir la fortaleza del cristianismo ortodoxo con la Unión de Brest en 1596, que combinaba el reconocimiento de la autoridad papal y algunos ajustes doctrinales con una mayoría apabullante de ritos y tradiciones ortodoxos. A pesar de ciertos éxitos, no amenazó seriamente el estatus de la ortodoxia entre la mayor parte de la población bielorrusa.
El gobierno de los terratenientes polonizados no era especialmente popular; de hecho, muchos huyeron a las estepas y se refugiaron entre los cosacos. No obstante, hasta finales del siglo XVIII, con las particiones de la Mancomunidad, no pasarían estas tierras a formar parte del imperio de los zares. Tras siglos de aculturación por influencia polaca, que habían provocado la expansión del catolicismo romano y el uso del alfabeto latino, los zares iniciaron una política de rusificación de estas tierras, con la reintroducción del alfabeto cirílico y la fe ortodoxa. Esta política fue todo un éxito, como demuestra que, para la efímera república independiente que surgió en 1918 tras la descomposición del imperio de los zares, no se eligiese otro nombre que Bielorrusia, la “Rusia blanca”, mientras el territorio estaba ocupado por las tropas alemanas.
Tras la retirada de las tropas alemanas, el 1 de enero de 1919 se anunció la creación de la República Socialista Soviética de Bielorrusia, aunque en abril de ese mismo año fue invadida por tropas polacas, que fueron repelidas por el Ejército Rojo al año siguiente, hasta que se firmó el Tratado de Riga en 1921, por el que se dividía Bielorrusia entre Polonia y la Rusia soviética según las fronteras de la Primera Partición de Polonia. Estos territorios cedidos a Polonia serían recuperados tras la invasión soviética durante la IIGM. La RSS de Bielorrusia fue una de las cuatro fundadoras de la URSS el 22 de diciembre de 1922.
Al estallar la guerra entre Alemania y la URSS las tropas alemanas ocuparon rápidamente toda la república, si bien se produjo una prolongada y denodada resistencia en la fortaleza de Brest. Durante la retirada alemana se produjeron importantes batallas en el territorio, extendiendo la devastación: se calcula que un cuarto de la población de la república murió durante la IIGM, la mayor parte durante esta última fase de la guerra.
Bielorrusia fue una de las repúblicas que más tibiamente persiguió la independencia en época de Gorbachov. Tras lograrla en 1991, el camino hasta la formación estatal fue lento. La constitución de 1994 supuso la creación del oficio de presidente, para el que fue elegido Alexander Lukashenka. Su control sobre el Soviet Supremo era fuerte, lo que le permitió realizar un referéndum en noviembre de 1996 que aprobaba un cambio constitucional que le concedía amplísimos poderes y la extensión de su mandato. La oposición trató de resistirse pero, haciendo gala de sus nuevos poderes, disolvió el Soviet Supremo y creó un nuevo cuerpo legislativo, con poderes muy reducidos, del que se excluyó a la oposición.
A diferencia de otras antiguas repúblicas soviéticas, en Bielorrusia imperaba una política de mantenimiento del socialismo de mercado y de fortalecimiento de los lazos con Rusia, que contaba con el respaldo popular, aunque este no era unánime. Entre 1997 y 1999 conformó con Rusia el Estado de la Unión, una unión de carácter económico y político, aunque con ciertos problemas de definición.
En octubre de 2004 tuvo lugar otro referéndum en el que se aprobó la extensión del gobierno de Lukashenka por dos mandatos más. En la segunda mitad de la década se produjo cierta mejora de las tensas relaciones con la UE, tras la liberación de algunos presos políticos y el inicio de una tímida liberalización económica.
Lukashenka ha ganado con mayorías aplastantes en todas las elecciones a presidente que se han realizado desde la independencia, en 1994, 2001, 2006, 2010 y 2015.
La IIGM tuvo un impacto enorme en la economía de la República de Bielorrusia, cuya agricultura e industria quedaron prácticamente destruidas. Después de la guerra se llevó a cabo un importantísimo proceso de reconstrucción, que llevó a la creación de un floreciente tejido industrial que dependía de las importaciones de materias primas y energía desde otras partes de la URSS. Por lo tanto, la disolución de la URSS fue un duro golpe para la economía bielorrusa, con la subida de los precios de las materias primas, y la pérdida de importantes receptores de la producción industrial. Los primeros años de la Bielorrusia independiente se tradujeron en cierta liberalización económica, que se paralizó con la llegada al poder de Lukashenka. Hoy en día la gran mayoría de la banca y la industria son de titularidad pública.
Como respuesta a los problemas económicos se buscaron lazos más cercanos con Rusia, que continúa siendo su principal socio comercial, lo que permitió la recuperación económica en la década de los 2000 (también aumentaba el comercio con países de la UE).
El país fue muy afectado por la crisis de 2008, especialmente su industria automovilística, y en 2011 el rublo bielorruso sufrió una fuerte devaluación, que volvió a devaluarse paralelamente a la devaluación del rublo ruso en 2014. La economía ha estado estancada hasta 2017, cuando la mejora de la situación internacional ha permitido la reentrada de capitales extranjeros en el país.
En el sector primario bielorruso, cada vez de menor importancia, destacan tanto la pervivencia de las granjas colectivas como el cultivo de lino (en su momento constituía un 25% de todo el lino producido en la URSS). Además, uno de los principales recursos del país es la explotación de sus abundantes reservas de potasa. El sector secundario es particularmente importante en el país, constituyendo un 40% del PIB, destacando la producción de diversos tipos de maquinaria y vehículos y el refinado de hidrocarburos.
Una característica destacable de la economía bielorrusa es la alta inserción de la mujer en el mercado laboral, en todos los sectores, no solo en los ámbitos más tradicionales como educación, sanidad o comunicaciones, sino también en la industria y en la agricultura.
En cuanto a la población, el 80% de los habitantes son étnicamente bielorrusos, y las mayores minorías son rusos (aprox. un 8%), polacos (alrededor del 3%) y ucranianos (entre el 2 y 3%). Otras tres minorías destacables son gitanos, judíos y tártaros (en torno al 1% de la población cada una). El caso de los judíos es tristemente revelador del durísimo impacto de la IIGM; antes de la guerra eran la minoría más importante del país, e incluso constituían más de la mitad de la población urbana. En 1914 se calcula que había en la región aproximadamente 1,3 millones de judíos, mientras que para el censo soviético de 1989 solo quedaban en la República unos 142.000 judíos, si bien es cierto que no todo el descenso en su número se debe estrictamente al genocidio, sino también a la emigración y a los cambios en las fronteras del país.
En Bielorrusia la principal religión es el cristianismo ortodoxo, que sin ser religión oficial del Estado mantiene un estatus privilegiado, extendida entre casi la mitad de la población. En el país también podemos encontrar una minoría católica, especialmente en la zona oeste del país, cerca de Lituania y Polonia, que abarca aproximadamente al 7% de la población. No obstante, algo más del 40% de la población se considera no creyente, posiblemente como herencia de tiempos soviéticos.
El bielorruso, integrado en el grupo eslavo oriental, puede ser visto como un eslabón intermedio entre el ruso y el ucraniano. Al igual que estos, se escribe con el alfabeto cirílico, con algunas peculiaridades propias, aunque durante los siglos XVIII y XIX en ciertos ámbitos se utilizó el alfabeto latino por la influencia polaca. Debido a la historia del país, el idioma cuenta con un importante número de préstamos polacos y rusos.
El bielorruso, que se fue diferenciando de los dialectos de las otras tribus eslavas orientales desde el asentamiento de estas en la región, se convirtió ya en el siglo XIII en lenguaje administrativo y comercial del Gran Ducado de Lituania, mientras que el eslavo eclesiástico ocupaba el papel de lengua litúrgica. Después de la formación de la Mancomunidad de Polonia Lituania, tanto el bielorruso como el eslavo eclesiástico fueron sustituidos progresivamente por el polaco y el latín, de tal forma que solo se mantuvo entre el pueblo llano.
No sería hasta el siglo XIX, de la mano del Romanticismo, el embrionario movimiento nacionalista bielorruso, y la oposición a la política de rusificación establecida por los zares, cuando se produciría un renacimiento del idioma. No obstante, tuvo que enfrentarse tanto a la prohibición de su publicación en alfabeto latino, vigente desde 1859, como a una intensificada política de rusificación en la segunda mitad del siglo. Aunque se vio reducido de nuevo a los estratos más populares de la sociedad, sobrevivió hasta la Revolución de 1905, cuando se levantaron las prohibiciones previas.
Tras la Revolución de Octubre se produjo la estandarización del bielorruso, aunque durante la mayor parte de la época soviética Bielorrusia volvió a estar sujeta a importantes políticas de rusificación, particularmente efectivas, de la mano de la rápida industrialización del país; los nuevos habitantes de las ciudades, emigrantes del campo, renunciaban con facilidad al bielorruso para adquirir el ruso como lengua cotidiana.
En 1990 se produjo una nueva revitalización del idioma con la promulgación de la Ley sobre las Lenguas, que hacía del bielorruso único idioma oficial. Sin embargo, la lengua pronto se convirtió en un elemento fundamental en el enfrentamiento político en la Bielorrusia postcomunista. Para gran parte de la población, frente a la oficialidad de un único idioma, era preferible el reconocimiento del bilingüismo. Los nacionalistas prooccidentales, que favorecían el uso único del bielorruso, recibieron las críticas de los neocomunistas y conservadores prorrusos, que los acusaban de extremismo lingüístico; estas críticas calaron en la sociedad, que empezó a temer una bielorrusificación forzada, uno de los factores que explica la victoria de Lukashenka en las elecciones de 1994. No obstante, el bielorruso se convirtió en estos años en parte integral de la identidad bielorrusa, vehículo de expresión de literatura y arte.
Con el referéndum de 1995 el ruso se convirtió en lengua cooficial, y en la práctica desplazó al bielorruso en instituciones públicas y educativas. Esto es parte de una política de rusificación propugnada por el gobierno de Lukashenka, quien no considera el ruso como lengua extranjera, sino parte de la identidad bielorrusa. Esta situación ha colocado al idioma en una posición muy problemática, que se refleja en diversos aspectos; según el censo de 1999, aunque aproximadamente un 85 % de los étnicamente bielorrusos reconocía el bielorruso como su lengua materna, solo un 42% lo hablaba de forma cotidiana. De hecho, en las ciudades de Bielorrusia el idioma que más comúnmente se oye es un híbrido de bielorruso y ruso conocido como trasianka (трасянка), cuyo nombre proviene de una mezcla de heno que combina hierba fresca con hierba seca, considerada de baja calidad, al igual que esta variedad lingüística.
No obstante, la competencia en bielorruso se ha convertido en un atributo deseado entre las clases intelectuales urbanas. Este desarrollo es ambivalente, ya que, si bien garantiza la supervivencia de la lengua y la superación de estereotipos que la relacionan con un nivel cultural bajo, puede provocar que se convierta en lengua de un grupo social y político con el que no se identifican muchos bielorrusos. Esta dicotomía se observa en una corriente de la oposición que propone un nacionalismo bielorruso que se comunique en lengua rusa.
La problemática del idioma también se entrelaza con la oposición entre las distintas corrientes religiosas del país. El ruso y el polaco son respectivamente las lenguas litúrgicas de las congregaciones ortodoxas y católicas en Bielorrusia. A estas alturas no sorprenderá ya que el bielorruso no sea lengua litúrgica en el país, excepto en las congregaciones unitarias, que recordemos provienen de la Unión de Brest de 1596, por lo que son formalmente católicas, aunque a nivel doctrinal se encuentran en un punto intermedio entre ortodoxia y catolicismo.
La cultura de Bielorrusia es eminentemente eslava en todos los aspectos. No obstante, debido a los prolongados períodos de dominio exterior, poco queda del sustrato eslavo original, sustituido por importantes influencias externas, si bien de carácter asimismo eslavo, especialmente polaca y rusa, más intensas en las zonas oeste y este del país respectivamente. La influencia polaca y rusa, especialmente durante los siglos XVII y XVIII, que se notó especialmente entre las capas altas de la sociedad, provocó que la cultura tradicional bielorrusa se relacionase con lo rural, el campesino, el folklore, cubierto por una capa de cristianismo.
Las décadas de control soviético todavía se sienten próximas, no en poca medida debido a la evolución política de Bielorrusia. Por ejemplo, muchas de las principales fiestas soviéticas, como el Día de la Victoria (9 de mayo), que se celebra con el correspondiente desfile militar en Minsk, o el Día de la Revolución (7 de noviembre), aún se celebran.
El calendario de fiestas del país es un buen indicador de la situación política. Por ejemplo, el Día de la Independencia no celebra la independencia respecto de la URSS, sino la liberación de Minsk el 3 de julio de 1944, que se celebra con otro desfile militar. Igualmente indicativo es que sean fiestas nacionales el Día de la Constitución (15 de marzo), en referencia a la nueva Constitución de 1994, o el Día de la Unión de Bielorrusia y Rusia (2 de abril), en referencia a la formación del Estado de la Unión. El segundo domingo de mayo se celebra el Día del Emblema Nacional y la Bandera de Bielorrusia.
También se celebran fiestas más generales como Año Nuevo, el Día de la Mujer (8 de marzo), o el Día del Trabajador (1 de mayo), una de las fiestas más populares, cuando se celebran numerosos conciertos y actividades al aire libre, se hacen picnics y barbacoas (shashlyk). Se siguen celebrando fiestas religiosas como las Navidades Ortodoxa y Católica (7 de enero y 25 de diciembre respectivamente).
Las dos fiestas más particulares son Radonitsa (Día de la Conmemoración, celebrada el noveno día después de la Pascua Ortodoxa), una especie de equivalente al Día de Difuntos, durante la cual se visitan los cementerios y se llevan flores a las tumbas de familiares y amigos; y Kupalle (celebrada en la noche del 6 al 7 de julio), equivalente a la celebración del Solsticio de Verano o Noche de San Juan de países del entorno como las Repúblicas Bálticas, con danzas, canciones, y el tradicional salto de hogueras. Esta fiesta, de origen pagano, es una noche muy especial, relacionada con muchos mitos y leyendas, como la legendaria Flor del Helecho (папараць-кветка), que permite entrar en contacto con todo lo sobrenatural que sucede durante esa noche. Hoy en día las celebraciones de Kupalle son una mezcla de rituales ancestrales y diversos espectáculos y conciertos. Se realizan en un formato similar al de un festival, siendo los más famosos Alexandria Gathers Friends, cerca de Mogilev, las Noches de Kupala en Minsk o la Noche de Kupala en el Distrito del Lago, a orillas del lago Sho.
La comida tradicional bielorrusa tiene dos orígenes complementarios: los platos sencillos propios de la gente común, elaborados con los productos frescos de las granjas; y los platos más elaborados, con mayor número de especias y técnicas culinarias más complejas, del gusto de las capas altas de la sociedad. Además, debido a su historia, cuenta con numerosas influencias rusas, lituanas, polacas, judías e incluso alemanas.
Una de las estrellas de comida bielorrusa es la patata, introducida en la región en el siglo XVIII, junto con el pan de centeno. Es una cocina rica en todo tipo de vegetales, legumbres, cereales, setas y bayas, mientras que el uso de carne se ha ido haciendo más frecuente con el paso del tiempo. También hay ciertos platos tradicionales que incluyen pescado, generalmente de río.
Un plato tradicional son los draniki (Дранікі), tortitas de patata y cebolla, que sirven como base de diversas preparaciones. La más sencilla es añadiendo solo nata agria, pero también pueden comerse con machanka (cerdo estofado), mantequilla y cebolla, e incluso como parte de diversos tipos de platos más complejos. Normalmente se preparan solo con aceite y sal, no se usan harina ni huevos. Se rallan las patatas y la cebolla, que se salan y se fríen hasta que quedan crujientes y marrones.
Otro plato tradicional son los lapuni (Лапуны), una especie de bollitos fritos, de masa de patata, que pueden estar rellenos de requesón y ajo, normalmente con semillas de comino o de amapola. En este caso sí se suelen hacer con harina y huevos, aunque se trata de un plato con muchísimas variantes.
Un postre característico son los lakshini (Лакшыны), preparado a partir de una masa, generalmente de patata, que se prepara en forma de tortitas, se seca y se trocea. Esta masa se puede mantener así, como producto a medio hacer, en una forma que se conserva muy bien. Después se añaden leche, mantequilla, sal y azúcar, y se hornea.
El uzvar (Узвар) es una bebida parecida a una compota de frutos y bayas secas, que se introducen en agua hasta que hierven, pudiendo ser endulzada con miel o azúcar, y que se toma caliente.
¡Muchas gracias a todos por venir! ¡Nos vemos en la próxima!
El pasado viernes 8 tuvo lugar la primera microconferencia del nuevo ciclo de este curso, "Un paseo a orillas del báltico", sobre lasRepúblicas Bálticas. Este ciclo, presentado por nuestro alumno Iván Álvaro Herrero, historiador y estudiante de filología, girará en torno a las antiguas Repúblicas de la URSS, e incluirá degustaciones de los platos tradicionales de la mano de Atugusto Madrid.
Iván comenzó haciendo un pequeño resumen sobre la URSS y su organización, tema que abordamos en el ciclo anterior en la conferencia "La historia de un viaje interminable".
Empezó entonces a hablarnos de Estonia y de su historia y tradiciones. Es la más septentrional de las tres repúblicas bálticas, una de las más pequeñas de las que conformaban la URSS (con unos 45.000 km2), y la menos poblada de todas, con algo más de un millón de habitantes. Su población, mayoritariamente estonia, cuenta con un gran número de rusos y un minoritario número de ucranianos, bielorrusos y finlandeses, así como otras varias nacionalidades.
Con la caída del imperio de los zares, Estonia se declaró independiente, situación que se mantuvo hasta la Segunda Guerra Mundial, con ocupaciones sucesivas de alemanes y soviéticos, hasta su reincorporación permanente a la URSS en 1944, como la República Socialista Soviética de Estonia. La ruta hacia la independencia comenzó con las protestas por la instalación de minas en el norte del país en la primavera de 1987. Actualmente, Estonia es una república parlamentaria, miembro de la UE y de la OTAN desde 2004, y cuenta con el euro como moneda desde 2011.
La cultura estonia es una mezcla de influencias nórdicas, germánicas y eslavas sobre la base tradicional finougria, aunque, en general, los propios estonios se consideran más próximos a los países nórdicos protestantes que a ningún otro conjunto étnico.
Una característica única de Estonia en el presente es el gran compromiso del país para alcanzar una sociedad digitalizada, hasta el punto de declarar el acceso a Internet como un derecho humano fundamental, que comenzó con la independencia del país.
En Letonia, el clima, la geografía y la población son muy similares a los de Estonia, destacando una presencia minoritaria de polacos y lituanos. Su historia discurre paralela a la de Estonia, con divergencias mínimas. Sin embargo, los letones, a diferencia de los estonios, no descienden de las tribus finougrias, sino de los invasores que se mezclaron con estas en el II milenio a.C. El sur de Letonia no pasó a ser parte del imperio de los zares hasta finales del siglo XVIII, cuando la Letonia polaca se integró en el Imperio Ruso. Al igual que Estonia, con la caída del imperio zarista, disfrutó de un par de décadas de independencia ganada por las armas, hasta su reintegración en la URSS al final de la Segunda Guerra Mundial.
Actualmente, Letonia es una república parlamentaria con un jefe del Gobierno (el primer ministro), que elige el consejo de ministros, y un jefe del Estado (el presidente), que tiene una función principalmente ceremonial y nombra al primer ministro. Al igual que Estonia, es miembro de la UE y de la OTAN desde 2004, y tiene el euro como moneda desde 2014.
Lituania es prácticamente del mismo tamaño que Letonia. Es la más poblada de todas, con casi tres millones de habitantes. Cuenta con una población propia muy superior a la de sus hermanas, y un número de nacionalidades distintas muy inferior en comparación. La unión entre Polonia y Lituania se fortaleció con la formación de la Mancomunidad de Polonia-Lituania en 1569, hasta su disolución en 1795, cuando la mayor parte de Lituania pasó a formar parte del imperio de los zares. La Lituania independiente formaba parte de Prusia, y fue el foco de un importante movimiento de renacimiento cultural lituano, que llevó a la creación de una sólida conciencia nacional durante el siglo XIX. Tras la Revolución, se mantuvo independiente hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando fue ocupada por soviéticos, siguiendo el Pacto Molotov-Ribbentrop, y luego alemanes, hasta la definitiva reincorporación soviética en 1944. De todas las repúblicas soviéticas, Lituania era la que conservaba un mayor sentimiento de identidad nacional; de hecho, durante los años 70, era la república en la que más samizdat por persona se producían (copia y distribución clandestina de literatura prohibida por el régimen soviético). Actualmente, Lituania es una república parlamentaria con un jefe del Gobierno (el primer ministro) y un jefe del Estado (el presidente), quien designa al primer ministro. En 2004 Lituania se incorpora tanto a la UE como a la OTAN, y en el 2015 acepta el euro como moneda nacional.
En Lituania la música tradicional también tiene un papel muy importante, aunque los festivales musicales empezaron a celebrarse más tarde, a partir del primero celebrado en 1924 en Kaunas, y especialmente a partir de la fundación del Conservatorio de Kaunas en 1933. El más importante de estos es el Festival Nacional de la Canción y la Danza, que se celebra a intervalos irregulares en Vilna.
En Lituania y Estonia abundan los barros medicinales, lo que explica la abundancia de balnearios en ambas zonas. Uno de los recursos más característicos de Lituania es el ámbar, que se encuentra con frecuencia en sus tierras, especialmente en la costa.
Tras la conferencia, pudimos degustar un menú típico de la zona preparado por Atugusto Madrid.
De entrante tuvimos arenques ahumados en aceite, forma tradicional de preparar esta conserva característica de las Repúblicas Bálticas.
Aunque en esta región no solo se hacen conservas de pescado, también encontramos conservas de carne, vegetales, etc.
El plato tradicional característico de Lituania que pudimos probar es el cepeliani o didžkukuliai, un tipo de dumpling elaborado con puré de patatas y relleno de carne picada, que se sirve caliente acompañado de nata agria y/o beicon.
Por último, degustamos el bubert, un postre, aparentemente de origen alemán, característico de la cocina estonia y letona, elaborado a partir de sémola de trigo, que se cuece en leche, y se mezcla con huevo y azúcar. Se consume frío, mezclado con algún tipo de mermelada de fruta ácida. No obstante, es una receta con importantes variaciones regionales.
Para beber tuvimos dos cervezas lituanas, tipo lager, el más común en la región. En general, la cerveza puede ser considerada como la bebida más popular en estos países.
También pudimos ver una botella de Bálsamo Negro de Riga, un licor de hierbas tradicional de Letonia hecho a partir de varios ingredientes naturales mezclados con vodka.
¡Una auténtica experiencia báltica!
¡Muchas gracias a todos por venir! Nos vemos en la próxima, el 13 de diciembre, que versará sobre Ucrania y Bielorrusia.