Como desde un carrusel con el freno roto vemos pasar estas fechas festivas envueltos en un movimiento rotativo de viajes, regalos, luces, planes, pelis, discusiones, abrazos, muchísima comida, encuentros y desencuentros. Y de pronto ya estamos aquí, en el Año nuevo, en el 2025. El tiempo pasa muy rápido y hemos de cambiar el estado de planificar al estado de actuar. Los que hace semanas eran propósitos ya están en la puerta queriendo ser actos. Somos todos muy diferentes y, por tanto, hay miles de proyectos en el aire. Todos con su temática, presupuesto e intensidad. Y entre ellos está estudiar. Estudiar algo nuevo, aprender algo más. Una carrera, un máster, un doctorado, un curso de FP, un baile, un idioma.
Los dos grandes meses de "inicios", septiembre y enero, cualquier academia de idiomas los aprovecha a tope preparando descuentos, lanzando cursos, ofreciendo metódicas y regalando libros. Y no somos una excepción. También tenemos los nuestros. Aquellos cursos de ruso de nivel cero que empiezan en una semana y terminan a finales de julio. Cursos Regulares
¿Y por qué ha de querer alguien estudiar ruso? Un idioma que para un europeo tiene todas las de perder frente a cualquiera de sus parientes románicos. A diferencia del inglés, tan obviamente útil, del español tan omnipresente, o del francés, tan diplomático, el ruso, que ni siquiera suena tan exótico como el chino o el japonés, no se razona tan fácilmente a primera vista. Y es allí donde queremos llegar. Si entre tus propósitos del año nuevo está aprender un idioma nuevo y aún no sabes cuál, este artículo es para ti.
Primera y básica razón de la que te vamos a hablar es la libertad. ¡Uf, qué palabra! Y antes de que empieces a pensar cosas raras y comprobar si sigues en la página del Instituto de lengua y cultura o es que por error has acabado en algún periódico o similar, nos apresuramos a aclarar el asunto. Estamos hablando de la libertad de leer, investigar y descubrir por ti mismo sin intermediarios, traductores automáticos ni re traducciones de otros medios. Estamos hablando de esa libertad del campo de visión cuando un texto deja de parecerte un sinsentido de símbolos y adivinanzas y cobra sentido, y ya eres libre de elegirlo, leerlo, criticarlo, valorarlo o tirarlo a la basura. Sea un libro, sea un poema, sea un artículo de prensa. Para gustos los colores.
Segunda razón, la que más nos gusta señalar como lingüistas que somos, la podríamos denominar un juego de llaves. Sí, una metáfora bastante gastada, pero no por ello, menos gráfica y eficaz. Cuando cae en tus manos un idioma nuevo que pertenece al grupo lingüístico distinto es como juego de llaves para muchas puertas. El ruso es un idioma eslavo y el alfabeto que utiliza es el cirílico. Y son dos llaves maestras que puede que no te vayan a abrir mil puertas de par en par, solo una, pero en unas cuantas más te van a dejar asomarte. Porque son dos llaves y también dos claves, valga la redundancia etimológica. Son claves para muchos códigos culturales, arquetipos, mitos, creencias e ideologías que con el paso del tiempo van dejando todos su huella en el idioma. En la gramática, en la morfología, en el léxico, en la sintaxis e incluso en la puntuación.
Tercera razón. Llamémosla la curiosidad. Sí, la misma la que suele matar al gato. Pero tal vez no sea el caso. Si existiese el ranking de los idiomas más anti marketing de la última década, estaríamos en uno de los primeros puestos sin falta. Pero incluso el anti marketing, llevado a su extremo, despierta curiosidad. Aunque sea por saber qué hay detrás. Y ya que existe, pues intentamos enfocarla desde el ángulo positivo. La curiosidad, sea como fuere, es uno de los motores de la motivación. Lamentablemente, los sucesos que rodean un país, a nivel político y económico, no pueden no influir en su idioma, en el interés que despierte y у en la motivación que inspire. El impacto siempre está allí. Aunque un idioma no es un bien negociable. No es algo que se deba prohibir o limitar nunca por ningún poder político. Un idioma ha de ser libre. Porque pertenece a todos aquellos que lo hablan, que escriben, piensan o cantan en él, a los que traducen de él o a él, a los que lo estudian, lo investigan o lo describen.
Habiendo enumerado los tres primeros puestos, nos gustaría comentarte que, si eres de aquellas personas, entre los propósitos de las cuales en este nuevo año está aprender un idioma y ya sabes que va a ser el ruso, somos tu centro. Si tienes amigos o familiares rusohablantes, y quieres iniciarte en el idioma ruso, somos tu centro. Si tienes interés por la cultura, literatura, pintura o música rusa y quieres apoyarlo en los conocimientos del idioma, somos tu centro. Si has visto una peli rusa subtitulada o doblada y te gustaría verla un día en original, somos tu centro. Si has pasado por la calle y has visto nuestro letrero y has pensado, ¿por qué no?, somos tu centro. Porque somos un gran equipo de profesionales, multilingüístico y multicultural. Porque nuestros ámbitos son solo lengua y cultura. Porque tenemos mucha experiencia en la enseñanza de ruso, porque amamos nuestro trabajo y nuestro idioma, porque todos juntos, profesores y alumnos, somos una gran familia con sus fiestas, tradiciones, viajes, regalos, luces, planes, pelis, discusiones, abrazos, muchísima comida, encuentros y desencuentros. ¡Te esperamos!